sábado, 11 de septiembre de 2010

3 ciudades mayas

Mérida es un excelente punto de partida para visitar varios de los asentamientos mayas más importantes e impresionantes en México. Durante mi estancia en la capital yucateca tuve la oportunidad de recorrer tres de estos lugares: Dzibilchaltún, Uxmal y Chichén Itzá.

Las visitas a estas ruinas deben hacerse durante el día (saliendo en la mañana) por 2 principales razones: la puertas normalmente cierran a las 4:30 p.m. y los últimos camiones colectivos de regreso a Mérida pasan alrededor de las 5 p.m. 

Si llevas automóvil o decides ir en tour, también está la opción de luz y sonido (en Uxmal y Chichén Itzá) que son por la noche. Pero personalmente creo que es mucho más interesante recorrer las ruinas de día; el espectáculo de noche es más como ir a ver una película.

Prácticamente sólo se puede visitar un sitio por día, saliendo por la mañana y regresando por la tarde. Así que si tienes poco tiempo en Mérida y no puedes visitar todas las ruinas (además de estas tres hay muchas otras) quizá mis experiencias te ayuden a tomar una buena decisión. Empezamos... 

Dzibilchaltún


Un salvadoreño y yo fuimos los únicos que bajamos del autobús en Dzibichaltún. Era miércoles y hacía bastante calor. Platicamos sobre nuestras experiencias de viaje hasta que, después de medio kilómetro, llegamos a la entrada y cada quien tomó su camino.

El primer lugar al que me dirigí fue al edificio más famoso y fotografiado del lugar: La casa de las 7 muñecas; distinguido porque durante los equinoccios, el sol se posa justo en el centro de la puerta del templo al atardecer.  Subí al interior de la pirámide, donde el calor desaparece entre la frescura de las paredes. Luego caminé hacia el resto de las ruinas donde destaca una curiosa iglesia  que, aunque combina muy bien con el estilo del resto de las pirámides, no fue construída por los mayas, sino por los españoles,  en el siglo 16.

El calor no cesaba, pero Dzibilchaltún tiene una recompensa para aquellos que lo visitan: un cenote abierto al que te puedes meter a tomar un baño. Obviamente yo iba preparado con mi traje de baño y me metí a nadar. Después de refrescarme, salí y fui a la parada a tomar el autobús que iba de regreso a Mérida, aún con el cabello húmedo.

Uxmal


Entrar a esta antigua ciudad maya resulta impresionante, debido a la imponente pirámide “del adivino”, que nos recibe al iniciar el recorrido. Esta pirámide de 35 metros de altura también es conocida como “del enano” debido a una leyenda que cuenta que un enano que nació de un huevo la construyó en una sola noche para proclamarse gobernador.

Caminé libremente, tomándome el tiempo para observar los ornamentos en las paredes de varias construcciones, principalmente en el cuadrángulo de la monjas donde demás me encontré con una amigable iguana. Era impresionante la cantidad de iguanas que andaban por todo el lugar.

Seguí recorriendo la ciudad maya hasta encontrarme con la Gran Pirámide a la cual se puede subir para obtener una hermosa vista. Tomé un descanso en la cima, luego seguí mi recorrido por el mundo prehispánico pasando por el Palacio del Gobernador, la Casa de las Palomas y el Templo Sur, hasta terminar de nuevo en la entrada; justo a tiempo para recibir al autobús que me llevaría de regreso a la actualidad.

Particularmente, este fue el sitio que más me gustó de los tres. Porque a pesar de ser grandioso y muy importante, aún se mantiene relativamente “virgen” (comparado con Chichén Itzá en específico) por lo que aún se permite subir a los templos y a la mayoría de las pirámides, además de que la presencia de turistas es menor.

Chichén Itzá


El trayecto desde Mérida hasta Chichén Itzá es el más largo de los tres; a mí me tocó hacer 3 horas de camino, sin embargo trayecto es interesante porque el camión va haciendo paradas en diferentes pueblitos que vale la pena ver, aunque sea desde la ventana. Después de una lluvia que cesó justo a tiempo, llegamos.

Una vez dentro de la nueva maravilla del mundo, es imposible apartar la mirada del Templo Kukulcán, no sé si por su fama, por su belleza o por la energía que aún guarda en sus paredes, por las cuales durante el equinoccio desciende una serpiente de luz que simboliza la bajada del dios Kukulcán a la tierra.

Durante mi recorrido me fui topando con templos, torres y frisos llenos de historia y detalles que nos dan pistas para descifrar la historia de los Mayas. Una de las paredes que más me gustó fue la del juego de pelota, donde se ve a un maya decapitado (cosa que para ellos era un honor).

Otro punto que llamó mi atención fue el El Caracol; se cree que este edificio funcionó como observatorio, y se llama así porque dentro tiene unas escaleras en forma de caracol. Creo que si yo hubiera sido maya, me habría gustado ser astrónomo.

El recorrido es largo y hay muchas cosas por ver, por lo que sería difícil hablar de todas en esta reseña. Pero cuando vayan, les recomiendo que sigan la ruta que te sugieren en la entrada a Chichén Itzá. Yo no lo hice y por culpa de eso se me hizo tarde y me perdí el Cente Sagrado.

Desafortunadamente, debido a la gran cantidad de turistas, Chichén Itzá pierde un poco de magia entre un cúmulo de vendedores ambulantes que circulan por todos lados y por la basura que varios visitantes dejan tirada. Sin embargo la experiencia, la energía y la oportunidad de estar parado frente a este legado de nuestros antepasados, es invaluable y nada es capaz de opacarlo.

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