16 y 17 de agosto
¡Bienvenidos a la ciudad de Oaxaca! dijo el capitán. Me bajé del avión muy emocionado, a lo que sería mi primera vez en este lugar. Al salir del aeropuerto tomamos un taxi colectivo que nos llevó al centro por 7 pesos, donde inmediatamente encontramos un hostal perfecto detrás de la catedral llamado: Hostel Alcalá. (100% recomendable)
Como llegamos tarde y había trabajo por hacer, decidimos pasar un rato en el cuarto y salir a caminar por la noche. No batallamos para encontrar un buen lugar para cenar, pues si algo abunda en Oaxaca son restaurantes ricos y baratos. “Una tlayuda con quesillo para mí” le dije a la señora del puesto que enseguida puso sobre mi mesa una tortilla de maíz gigante doblada por la mitad, rellena de frijol, salsa y quesillo. Sólo pude comerme la mitad ¿Habrá sido por el esquite y la gelatina de chocolate que nos comimos unos minutos antes? Con la barriga llena nos fuimos a dormir.
El día siguiente amaneció iluminado y lleno de vida, así que aprovechamos la energía para bajar a tomar el desayuno (incluido en el hostel) y después me fui solo a caminar. Tomé el andador Macedonio Alcalá, una excelente calle para iniciar la caminata diurna. Lo primero que hice fue buscar un buen café oaxaqueño ¡y lo encontré! era un café ácido, fresco, fuerte y audaz, (adjetivos que van perfectamente con mi personalidad, ¡ajá!)
Durante mi recorrido por dicho pasaje fui curioseando entre galerías, librerías, tiendas de artesanías y talleres de arte textil, de hecho en uno me tocó ver que estaban tejiendo.
Casi al final del pasaje se llega a una de las iglesias más características de Oaxaca, el Templo de Santo Domingo. De fachada renacentista, esta edificación albergaba un cuartel militar en épocas de la independencia, ahora es un jardín etnobotánico al cual sólo se puede entrar con un recorrido guiado que cuesta 50 pesos. Yo no quise entrar, pero después me dijeron que hubiera valido la pena. Cuando regrese, seguro entraré. También me encontré con la casa que dio alojo a Benito Juárez durante 10 años ¡bonita casa la del benemérito! ¿no creen?
Lo que me gustó visualmente de la ciudad, es que las fachadas se alternan entre el estilo barroco y los colores vivos; pienso que es una buena combinación de presencias entre la cultura indígena y la europea. Luego de mi caminata solitaria regresé con mi compañero para ir por algo de comer y grabar algunas tomas para su programa. Lamentablemente tuvimos que dejar la comida típica para después, pues el antojo de pizza arrasó con nosotros; aunque bueno, el postre sí fue muy regional:
¡Jicaleta! (got it? jícama + paleta)
Después, en nuestro camino por la alameda, frente a la catedral, nos encontramos a la verdadera Doña Lucha. Me arrepiento de no haberle pedido su autógrafo.
Nuestro siguiente plan era ir a Monte Albán, pero tuvimos que quedarnos con las ganas esta vez, pues todas las salidas de la ciudad estaban bloqueadas unos grupos manifestantes.
Luego nos cayó la lluvia así que aprovechamos para ir de compras. Oaxaca es un gran productor de mole y chocolate, y por toda la ciudad se pueden encontrar lugares donde probarlos y comprarlos. La tienda más popular se llama “El mayordomo” (tienen varios locales por todo el centro). Normalmente te dan a probar 3 tipos de chocolate (amargo, semiamargo y dulce) y 2 tipos de mole (negro y rojo) ¡Todos son buenísimos! Los venden por kilo, pero si quieres llevar poquito puedes comprar ¼ de kilo y te sale a 20 pesos.
Ya que se calmó la lluvia seguimos caminando un poco más hasta que se hizo de noche. Ver el contraste de la oscuridad con la iluminación de los templos y edificios antiguos de la ciudad es bellísimo, como es el caso del Teatro Macedonio Alcalá.
Como la pizza no había sido suficiente, decidimos irnos a cenar al mercado 20 de noviembre, definitivamente el mejor lugar para probar la verdadera y auténtica comida Oaxaqueña. En serio, cuando vengan no vayan a comer a otro lado, vayan directamente al también conocido como Mercado de la comida. Yo por ser vegetariano, me comí unas enchiladas de quesillo con mole ¡Deliciosas! Y Alex comió algo también muy tradicional llamado Tasajo, que es un pedazo de carne de res asada.
Con esta cena y una charla con el dueño del puesto donde comimos concluyó nuestra estancia en la capital del estado. Al día siguiente partiríamos a las costas de Oaxaca y como el camino es largo cansado, debíamos dormir bien.
Hola, estaba buscando precisamente el precio de vuelos a Oaxaca y encontre la pagina con sus videos y blogs, que padre que se la pasen viajando.
ResponderEliminarYo soy de Oaxaca, actualmente vivo en Tijuana pero me encanta escuchar y ver todos los luegares para ir y visitar, si regresan a Oaxaca les recomiendo no solo ir a las playas, ya que los pueblos son magicos.
Muchos saludos y suerte en sus viajes!