Salimos muy temprano de la ciudad de Oaxaca rumbo a la costa. De la capital a Puerto Escondido se hacen 6 horas en transporte colectivo. El camino, a pesar de ser largo y provocar mareos, es digno de observarse desde la ventana del auto. El paisaje verde de la sierra es todo un espectáculo, y más aún si traes unos audífonos con el soundtrack adecuado.
Después de un extenso recorrido llegamos al puerto y un taxi nos llevó a Zicatela, un playa principalmente para surfistas. Dicho lugar recibe turistas de todo el mundo que buscan buenas olas; así que el ambiente es relajado, cómodo y hasta "hippie". De hecho vimos pasar un combi pintada con corazones y signos de "peace and love".
Encontramos un hotel modesto y cómodo frente a la playa e inmediatamente dejamos nuestras maletas en la habitación y nos fuimos a nadar al mar. ¡Las olas estaban muy fuertes! Ahora entiendo por qué a los surfistas les gusta tanto Puerto Escondido.
Nos fuimos a cenar hamburguesas (había de tofu y de soya para los surfers vegetarianos) y luego a dormir, pues nuestro siguiente destino era Huatulco y para llegar a tiempo había que abandonar muy temprano esta playa llena de paz.
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