domingo, 15 de agosto de 2010

Segundo día en Zacatecas

Viernes 13 de agosto


Abrimos las ventanas para despertar con una bonita mañana y una bella vista hacia la catedral de Zacatecas. Nos apuramos a arreglarnos, pues a las 9:30 a.m. teníamos una cita en la Secretaría de Turismo de Zacatecas (secturz), donde nos otorgarían los permisos y el apoyo para visitar algunos de los atractivos principales de la ciudad. Nos trataron de maravilla; ahí conocimos a dos buenos amigos que trabajan en la secturz: Gokú y Pedro (mi tocayo), quienes nos acompañaron durante todo nuestro recorrido.



Como no habíamos desayunado, el primer destino fueron las gorditas de Doña Lupe, famosas entre los lugareños, mas no entre los turistas. ¡Ahí van a comer muchos secretarios, gobernadores y políticos! Tuve un desayuno delicioso y llenador por sólo $24 pesos (2 gorditas y una jugo de naranja) ¿Ven? Para que vean que los políticos no se gastan el presupuesto en restaurantes caros (sí, claaaaro).

De ahí nos fuimos a visitar el hotel Quinta Real, quizá el más famoso en la cuidad, pues se caracteriza porque anteriormente era una plaza de toros y aún conserva su misma estructura, obviamente modernizada y adaptada para un hotel de 5 estrellas. 



Después nos llevaron al atractivo más típico de Zacatecas: La mina del Edén. En su tiempo, la mina más prolífica de México (para los españoles, claro). El recorrido se realiza en tren y a pie a 380 metros bajo el nivel de la tierra, no se asusten, es casi imposible que haya un derrumbe, pues no se usaron explosivos para su excavación, sino que todo fue hecho a pico y pala por esclavos indígenas. 



Luego de 40 minutos de recorrido guiado, tomamos un elevador para salir nuevamente a la superficie. En la cima del Cerro del Grillo se toma el famoso teleférico para cruzar al Cerro de La Bufa. Desde las alturas de estas rojas cabinas colgantes se puede apreciar toda la ciudad. 

En el cerro de la Bufa se puede visitar la Capilla de los Remedios y comprar algunas artesanías; sin embargo lo más divertido es escalar el cerro que está en la cima de la montaña y  ¡aventarse por la tirolesa! Es una gran experiencia, pues te lanzas desde las alturas recorriendo 840 metros a toda velocidad, colgado de un cable. Es probablemente lo más cercano a volar, ya que puedes hacerlo de cabeza y con las manos libres. No pude tomar fotos, pero tal vez suba uno de los vídeos que están en la cámara de Alex Tienda. El atractivo tiene un costo de $200 pesos, aunque a veces hay promociones de 2x1 (para nosotros fue gratis gracias a la secturz). Después de la adrenalina hice una de las cosas que más me gusta hacer en este tipo de ciudades: ¡comer frituras con chile!




Ya era hora de comer, así que nuestros amigos nos llevaron a uno de los restaurantes de comida regional más famosos de Zacatecas: El Paraíso. ¡Muy recomendable! Pedimos varios platillos típicos para compartir (un buen consejo para que todos puedan probar de todo). Como yo soy vegetariano, sólo pude comer unos pequeños sopes de queso y rajas, taquitos dorados de papa, chiles rellenos y frijoles. Sin embargo, uno de los platillos que me llamó la atención es el Itacate del minero, un platillo basado en el “lonche” que le daban sus esposas a los mineros en épocas antiguas (tacos de frijol con queso y carne deshebrada)


Luego que de quedar llenos, Alex y yo nos fuimos a descansar y a trabajar un poco en el hostal. Entrada la noche bajamos a ver con qué nos encontrábamos y lo que nos encontramos fue una poderosa lluvia. Sin embargo, empezamos a escuchar a una banda que desfilaba por la calle ¡bajo la lluvia! Fuimos a escucharla y poco a poco se hizo la fiesta y la gente empezó a bailar al son de la banda sin importarle la tormenta. 


Enseguida escuchamos otra banda no muy lejos, fuimos hacia allá y descubrimos más fiesta ¡eran las famosas callejoneadas! Las callejoneadas son celebraciones ambulantes que contratan los lugareños por cualquier pretexto (cumpleaños, graduaciones, bautizos) y como son en la vía pública, todos pueden integrarse, bailar y tomar mezcal gratis. Este fue mi momento favorito del viaje, pues el espíritu de fiesta que se sentía en todo el centro era grandioso, armónico y de hermandad. ¡Buena vibra zacatecana! Además, la ejecución musical de las bandas era impresionante. ¡Qué Beirut ni qué nada!



Más tarde Gokú pasó por nosotros para llevarnos a un bar tradicional de la ciudad: Las quience letras, una cantina-galería fundada en 1906, donde se dice que se reúnen muchos escritores y pintores de la región a compartir ideas y cervezas. Me tomé una cerveza y luego nos fuimos al hostal a trabajar un poco y a descansar.

Prácticamente éste fue mi último día en Zacatecas, pues al día siguiente debía volar a Los Angeles para conocer Chinatown y asistir a un festival de nuevas propuestas musicales de Tijuana y LA.

2 comentarios:

  1. Orale, yo fui a Zacatecas en diciembre y cruce el teleferico comiendo una bolsa de frituras con chile, que comparti por cierto, con el guia. No sabia que eran tan tipicas. Definitivamente la epoca del anio importa porque en diciembre no se ven la callejoneadas, ni a la bandas de musica.

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