Llegué a Mérida un domingo por la tarde. De inmediato me sorprendió el acento yucateco, no sabía que era tan marcado. Al principio me pareció chistoso, pero después fui tomándole sabor. Ahora me parece un tono amable y noble, al igual que la gente que habita este lugar.
En lo que tomé al autobús del aeropuerto y caminé por el centro buscando un hostal se hizo noche. En la plaza central había música en vivo. El aroma de los esquites y las marquesitas circulaba por todos lados fundiéndose con la humedad típica de esta península.
En lo que tomé al autobús del aeropuerto y caminé por el centro buscando un hostal se hizo noche. En la plaza central había música en vivo. El aroma de los esquites y las marquesitas circulaba por todos lados fundiéndose con la humedad típica de esta península.
El resto de los días no fueron muy distintos al momento de mi llegada. Estuve hospedado 7 días en el corazón de la ciudad, por donde caminé tanto que logré memorizar casi todas las calles y parques en los cuales cada noche había música, baile o algo que ver desde alguna banca, sentado comiendo cualquier cosa.
Los días en el centro son buenos para dedicarse a apreciar la arquitectura de esta ciudad antigua, misma que fue construida sobre un viejo asentamiento maya (cuidad T'Ho'), cuyos restos fueron utilizados para levantar muchos de sus principales edificios.
La catedral de Mérida y la Casa de Montejo son dos de las construcciones más valiosos. La primera por ser la iglesia más antigua de México y contar con el crucifijo bajo techo más grande del mundo. La segunda por tener una fachada intacta (sin reconstrucciones) de auténtico arte plateresco.
A diferencia de otras ciudades coloniales, en Mérida no todas las calles del centro histórico son bonitas a primera vista, hay que ser observador y caminar por varias cuadras para ir descubriendo los detalles que hacen tan bella esta capital fundada en 1542. Por cierto, andar a pie en Mérida es muy fácil y seguro. Fácil porque los nombres de las calles son números (¡así debería ser en todos lados!). Y seguro porque aquí todos comentan que es muy raro que haya asaltos por estos rumbos.
Algo curioso que se puede observar en todos los parques son unas bancas diseñadas para que dos personas se sienten viéndose las caras, me tocó ver a varias parejas sentadas. Al parecer son bastante prácticas para platicar, aunque tal vez no tanto para el apapacho.
Caminando por la calle 58 hacia al norte, poco a poco el paisaje va cambiando hasta llegar al Paseo de Montejo, la avenida principal de Mérida, donde se encuentran grandes mansiones muy “afrancesadas” construidas durante la época de riqueza. Es un poco como viajar al pasado. Recomiendo también caminarla con unos audífonos cuando se haya ocultado el sol.
En las noches siempre hay cosas por ver, ya sea en la Gran Plaza o en alguno de los parques cercanos. Normalmente se llevan a cabo eventos muy tradicionales, pero estar ahí y ver a la gente bailando y cantando... unida, hace que un verdadero orgullo mexicano se renueve dentro de ti. Fueron dos los eventos que más llamaron mi atención. Uno de ellos fue en el parque de Santiago, donde una banda tocaba en vivo mientras decenas de parejas de adultos mayores bailaban libres, sanos y con un espíritu envidiable.
-Disculpen el audio, mi cámara tiene pésimo sonido-
Otro momento especial fue el primero de septiembre en el Zócalo, donde se dio inicio al margen de celebración del bicentenario con música y fuegos artificiales. Se dice mucho que el país no está en condiciones de celebrar nada y que hablar de independencia es un acto falso, y en parte estoy de acuerdo; sin embargo al estar ahí rodeado de gente buena, alegre y unida, es inevitable sentir una fuerte emoción y patriotismo.
A Mérida se le conoce como “la ciudad blanca” y estando aquí me di cuenta que el blanco no está en las guayaberas o en las fachadas de las casas, sino en el espíritu de la comunidad meridana.
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ResponderEliminarMerida es mi ciudad preferida, si no viviera en Mexicali seria Merida mi ciudad, y eso que estuve solo un par de dias, yo fui ahi hace 8 anios en autobus desde Mexicali, ida y regreso, conoci muchas ciudades y pueblos, pero en esta me senti como en mi ciudad, a pesar de estar en el extremo opuesto.
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