lunes, 6 de diciembre de 2010

Volando en parapente



Confieso que desconocía el significado de la palabra “parapente” cuando Alex (mi compañero de viajes durante aquellos meses) la mencionó al hablar de nuestro itinerario en Valle de Bravo. Después de que Google resolvió mi duda, me llené de emoción al saber que estaba a punto de volar por los aires, descendiendo desde lo más alto de las montañas.



Llegamos muy temprano a Valle de Bravo, uno de los “pueblos mágicos” de México, conocido mundialmente como uno de los mejores lugares para el vuelo en parapente. Nuestra cita para volar era a las 10 de la mañana, sin embargo, las condiciones del viento y clima aún no eran adecuadas para el descenso, así que tuvimos que contener nuestras ganas de volar por unas horas más, mismas que aprovechamos para dar un recorrido matutino por el pueblo.



Una brisa fresca le daba un encanto especial a las calles y callejones del lugar. Olía a pueblo, a valle, a lluvia del día anterior. Curioseamos en las carretas del mercado, desayunamos tamales en la plaza frente a la iglesia, compramos un atole y nos sentamos a leer un rato, mientras el sol salía.

Pasada la 1 de la tarde, el cielo estaba en condiciones para volar, así que sin esperar nos preparamos para volar. Primero subimos a la cima de uno de los cerros más alto del valle, entre los árboles y la verde vegetación íbamos observando como poco a poco nos alejábamos del suelo.



Al llegar a la cima, los instructores de Alas del Hombre nos prepararon con el equipo necesario y nos dieron las instrucciones. Todo en general es muy sencillo, pues uno no vuela solo sino que va acompañado de un piloto que es quien se encarga de controlar el vuelo.



El primer paso quizá el único en el que se siente una verdadera adrenalina. Consiste en correr unos cuantos metros sobre la cima y luego simplemente aventarse “al voladero”. Uno siente que va a ir a parar directo al suelo, pero luego el parapente se extiende y el vuelo comienza. A partir de ahí todo es disfrutar el paisaje y sentirse un ave voladora.



El pueblo y el lago se ven hermosos desde lo alto. El viento pega suave en la cara y algunas olas de aire vienen a revolotearnos un poco para recordarnos que no es un sueño. Después de 25 minutos de vuelo (que se pasan “volando” jijiji) viene el aterrizaje sobre una gran explanada verde junto al lago. Una vez abajo, uno puede seguir viendo a los demás voladores y observar su aterrizaje.



Tuvimos mucha suerte de haber volado a tiempo, pues apenas 30 minutos después de concluir, se soltó una buena lluvia que nos dio la despedida de Valle de Bravo, un lugar donde todo es perfecto, tanto en el cielo como en la tierra.

Para más información sobre vuelos en parapente, les recomiendo visitar la página de nuestro patrocinador: http://www.alaventura.com.mx

NOTA: No tengo fotos del vuelo porque lo que llevaba era la cámara para grabar el programa de Vive Viajando, pero pronto podrán ver las imágenes en www.viveviajando.tv

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