martes, 11 de enero de 2011

Puerto Vallarta de sol a sol.



Después de un largo recorrido por carretera partiendo de Mazatlán, llegamos a Puerto Vallarta al amanecer. Desde el balcón del cuarto observamos los primeros rayos del sol posarse sobre el mar. Nos dormimos un rato para reponer el sueño y poder salir a caminar en la tarde por el centro y el malecón de esta bella ciudad.



Puerto Vallarta, a pesar de ser un destino turístico principalmente de playa a nivel internacional, conserva un lado histórico y cultural que le da un ambiente muy especial. El malecón está vivo desde la mañana hasta la madrugada; a lo largo, podemos observar todo tipo de gente: familias, adultos, jóvenes en busca de fiesta, mochileros, nacionales y extranjeros. Digamos que en Puerto Vallarta hay algo para todos; arte, playa, ecoturismo, buena comida, antros, entretenimiento en las calles y un clima agradable para salir a caminar.



De los cientos de cosas que los vallartenses hacen en el malecón para ganarse la vida con algunas propinas de los turistas; una actividad que llamó nuestra atención es la que realiza Regino, un hombre que conoce perfectamente el equilibrio de las piedras de la playa y sobreponiendo una roca sobre otra (sin mayor pegamento que el de la fuerza de las piedras).


Les comparto también un video que realizamos para el proyecto de Twitter Jockey México.


Otro atractivo interesante que encontramos por ahí, son las esculturas de arena que realizan los artistas locales. Con arena y agua de mar, esculpen grandes figuras monumentos temporales de un buen tamaño construidos con arena de mar, construyen uno, lo tiran, hacen nuevas esculturas mientras haya arena y agua.




Después de estar un rato en el malecón, decidimos despegarnos un poco del ambiente turístico y buscar una buena vista para apreciar el atardecer. Caminamos por las calles del centro subiendo entre los callejones. Nos encontramos a una señora y le preguntamos por algún buen lugar para ver la ciudad. Sin dudarlo nos indicó el camino: "Dan vuelta en esta calle a la derecha, van a subir unos 400 escalones y de ahí van a ver toda la ciudad; es hermoso se los garantizo". 

Cansados de tantos escalones, llegamos a uno de los puntos más altos de Puerto Vallarta. Indudablemente la vista era perfecta. El sol empezaba a ponerse entre el mar y los cerros lejanos. Fuimos testigos del atardecer en una ciudad donde la mayoría de las fachadas son blancas, pero que durante ese momento se tornaron naranjas con los últimos rayos del sol.



Cuando bajamos ya había oscurecido. Caminamos por el centro histórico y nos acercamos a conocer la catedral y caminar por la plazuela. Nuestro regreso al hotel lo hicimos nuevamente siguiendo el camino del malecón, que para estas horas ya había cambiado su ambiente. Con los típicos comediantes en las calles, puestos de antojitos, vendedores de globos y barcos piratas navegando cerca de la playa.




El de acabó y nosotros disfrutamos Puerto Vallarta en todos sus soles, desde el amanecer, pasando por el atardecer, hasta el anochecer.

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