sábado, 1 de enero de 2011

Remando hasta el fin del mundo

-Cabo San Lucas, Baja California Sur-


Durante nuestra visita a Cabo San Lucas, decidimos que la mejor manera de conocer el famoso Arco del fin del mundo y las costas donde convergen el océano pacífico y el mar de cortez, era navegando en kayak.

Un kayakista romántico definió el kayakismo como la transformación de su ser en un barco como un todo: "Mi cuerpo es mi barco y mi alma el capitán" *Wikipedia

La renta del kayak se puede hacer ahí mismo la playa El Médano o en la Marina. Hay varios negocios que se encargan de ofrecerlos a diferentes precios. Nosotros rentamos un kayak individual por 250 pesos la hora (también se pueden rentar dobles para que vayan dos personas en la misma piragua; en estos kayaks navegar resulta menos cansado, pero ser requiere de buena coordinación entre ambos remadores para poder avanzar correctamente).


Lo interesante de hacer este recorrido en kayak es que uno puede acercarse al máximo a la naturaleza y tener un contacto más directo con las piedras, el agua y los animales que ahí habitan. Durante el camino hacia el arco nos topamos con algunos leones marinos que nadaban cerca de nosotros, pececillos playeros, así como con amigables gaviotas y pelícanos.


Justo antes de llegar al arco del fin del mundo, se puede hacer una parada en la famosa "Playa del amor", una playa tranquila con vista al último nicho del extenso Mar de Cortez, y que se une al oeste con su contraparte, la "Playa del divorcio", una playa atacada por las fueres mareas del Océano Pacífico.

Remando un poco más al sur después de la Playa del Amor, nos topamos con el arco natural más famoso de México. Aunque lo encontré más pequeño que como se aparece en las fotografías, se me figuró como una gran puerta que me decía: "Aquí empieza la inmensidad del mar ¿estás listo para entrar?". Desde luego que atravesarlo en una embarcación tan pequeña como un kayak es bastante peligroso por las fuertes olas que ahí chocan, así que optamos por apreciarlo desde la tranquilidad del mar de Cortez. Junto al arco, encontramos un conjunto de piedras donde descansaba un grupo de leones marinos que parecían cantar una ópera al unísono.


El sol empezaba a ponerse y nuestro tiempo de renta se agotaba. Emprendimos nuestro regreso, ya con los brazos y la espalda cansados de tanto remar. El aire fresco del atardecer, combinado con la brisa del mar nos dio una perfecta despedida del Mar de Cortez, que después de esta experiencia podemos decir que ya formamos parte de él (¿o él forma parte de nosotros?)


*Fotografías por Alex Tienda y Pedro Campos / Retoque por Alex Tienda

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